- Lun Ago 12, 2013 11:53 pm
#371569
Yo fui en el año 2002 aproximadamente, creo que hacía poco que habían salido al mercado y bueno...
Por suerte soy una persona cultivada y de joven siempre me enseñaron a no fiarme ni de mi sombra. La recepcionista ya me pareció un poco curiosa, más que recepcionista parecía salida de un burdel, pero bueno me tranquilizó saber que no era ella la que me tenía que "examinar".
La "especialista", ufff... Cuando entras en una consulta médica esperas ver libros de medicina, títulos colgados en la pared, aparatos médicos, etc... Pero aquello parecía más una sala de interrogatorios, con las paredes en blanco y el único aparato que había en la habitación era la famosa lupa. La señora o señorita que me atendió, sí, muy buena presencia, pero a la que comenzó a hablar... En seguida detecté en ella las maneras del timador, del pícaro, del listillo que se cree que los demás somos tontos y que tiene derecho a tratarnos como tal. Prepotencia, soberbia, aires de grandeza. En toda la conversación la tía no empleó ni un sólo término técnico que me hiciera pensar que era doctora, o dermatóloga. Cuando comencé a olérmelo estuve a punto de preguntarle qué titulación tenía, pero como intuía la respuesta preferí dejarla seguir con ese jueguecito estúpido.
Luego ya comenzó con el tema del dinero y allí sí que se puso muy pesada, casi babeando, la muy perra. Que si a qué me dedicaba, que si podía conseguir el dinero para pagar, que cuando lo haría efectivo... En fin, acoso y derribo a toda costa, y eso ya me convenció del todo de que aquello no podía ser más que un timo. En sus palabras sólo había desprecio y prepotencia y en un momento dado estuve a punto de pegar un puñetazo encima de la mesa (por no dárselo a ella) y mandarla a la p..ta m..rda. Pero dejé que terminara su rollo y me largué prometiéndole que los llamaría. Pero no hizo falta porque la muy pájara estuvo llamando a mi casa una semana casi cada día, dando por c..lo, preguntando cuando iba a comenzar el tratamiento. Por suerte mis padres hicieron de filtro y no tuve ni que hablar con esa harpía mal educada y estafadora.
Jamás he vuelto a poner un pie en un centro Svenson (acudí al de Capitán Arenas en Barcelona, no sé si todavía existirá). Eso sí, estoy por volver un día para que me "examinen" y cuando el/la especialista comience a soltarme el rollo, decirle todo lo que pienso de ellos en la cara, y si hay que llegar a las manos pues se llega. Sólo por venganza.
He leído por aquí el tema de meterles una demanda y me parece bastante factible. Yo no porque no he tenido relación alguna con ellos aparte de la primera visita gratuita, pero los que hayáis sido estafados por esta banda de piratas sí que podéis.
Para comenzar preguntadle al especialista que os atienda si es médico, y si os responde que sí ya podéis meterle un puro por intrusismo profesional. Si en cambio os dice que no, ya debéis desconfiar de que quien os atiende no sea un dermatólogo con su carrera universitaria. Podría ser la peluquera de vuestro barrio haciéndose llamar "especialista" en temas capilares. Si de verdad queréis que os atienda alguien así, allá vosotros.
En segundo lugar, por supuesto, podéis demandar por publicidad engañosa. Está claro que jamás consiguen (ni conseguirán) los resultados que prometen en ningún caso.
Revisad bien cualquier papel antes de firmar nada. Seguramente los "contratos" de esta gente están plagados de irregularidades y de cláusulas abusivas que delante de un juez serían totalmente impugnables y con toda seguridad os darían la razón. Lo que debéis hacer antes de firmar esos supuestos contratos (dudo que cumplan los requisitos legales para considerarse como tales) es pedirle al supuesto especialista que os atiende una fotocopia para revisarla en casa antes de firmar nada. Si acceden a ello, que lo dudo mucho, la lleváis a un abogado de confianza y si es buena persona os dirá que ni se os ocurra firmar nada. Si ya habéis firmado, sin embargo, y os han estafado como a tantos otros, no dudéis en actuar y en presentar una demanda judicial.
En fin, alejaos de esta gentuza como de la peste, y no caigáis en las redes de esta banda de delincuentes organizados. Es mi consejo.
Un saludo.
Por suerte soy una persona cultivada y de joven siempre me enseñaron a no fiarme ni de mi sombra. La recepcionista ya me pareció un poco curiosa, más que recepcionista parecía salida de un burdel, pero bueno me tranquilizó saber que no era ella la que me tenía que "examinar".
La "especialista", ufff... Cuando entras en una consulta médica esperas ver libros de medicina, títulos colgados en la pared, aparatos médicos, etc... Pero aquello parecía más una sala de interrogatorios, con las paredes en blanco y el único aparato que había en la habitación era la famosa lupa. La señora o señorita que me atendió, sí, muy buena presencia, pero a la que comenzó a hablar... En seguida detecté en ella las maneras del timador, del pícaro, del listillo que se cree que los demás somos tontos y que tiene derecho a tratarnos como tal. Prepotencia, soberbia, aires de grandeza. En toda la conversación la tía no empleó ni un sólo término técnico que me hiciera pensar que era doctora, o dermatóloga. Cuando comencé a olérmelo estuve a punto de preguntarle qué titulación tenía, pero como intuía la respuesta preferí dejarla seguir con ese jueguecito estúpido.
Luego ya comenzó con el tema del dinero y allí sí que se puso muy pesada, casi babeando, la muy perra. Que si a qué me dedicaba, que si podía conseguir el dinero para pagar, que cuando lo haría efectivo... En fin, acoso y derribo a toda costa, y eso ya me convenció del todo de que aquello no podía ser más que un timo. En sus palabras sólo había desprecio y prepotencia y en un momento dado estuve a punto de pegar un puñetazo encima de la mesa (por no dárselo a ella) y mandarla a la p..ta m..rda. Pero dejé que terminara su rollo y me largué prometiéndole que los llamaría. Pero no hizo falta porque la muy pájara estuvo llamando a mi casa una semana casi cada día, dando por c..lo, preguntando cuando iba a comenzar el tratamiento. Por suerte mis padres hicieron de filtro y no tuve ni que hablar con esa harpía mal educada y estafadora.
Jamás he vuelto a poner un pie en un centro Svenson (acudí al de Capitán Arenas en Barcelona, no sé si todavía existirá). Eso sí, estoy por volver un día para que me "examinen" y cuando el/la especialista comience a soltarme el rollo, decirle todo lo que pienso de ellos en la cara, y si hay que llegar a las manos pues se llega. Sólo por venganza.
He leído por aquí el tema de meterles una demanda y me parece bastante factible. Yo no porque no he tenido relación alguna con ellos aparte de la primera visita gratuita, pero los que hayáis sido estafados por esta banda de piratas sí que podéis.
Para comenzar preguntadle al especialista que os atienda si es médico, y si os responde que sí ya podéis meterle un puro por intrusismo profesional. Si en cambio os dice que no, ya debéis desconfiar de que quien os atiende no sea un dermatólogo con su carrera universitaria. Podría ser la peluquera de vuestro barrio haciéndose llamar "especialista" en temas capilares. Si de verdad queréis que os atienda alguien así, allá vosotros.
En segundo lugar, por supuesto, podéis demandar por publicidad engañosa. Está claro que jamás consiguen (ni conseguirán) los resultados que prometen en ningún caso.
Revisad bien cualquier papel antes de firmar nada. Seguramente los "contratos" de esta gente están plagados de irregularidades y de cláusulas abusivas que delante de un juez serían totalmente impugnables y con toda seguridad os darían la razón. Lo que debéis hacer antes de firmar esos supuestos contratos (dudo que cumplan los requisitos legales para considerarse como tales) es pedirle al supuesto especialista que os atiende una fotocopia para revisarla en casa antes de firmar nada. Si acceden a ello, que lo dudo mucho, la lleváis a un abogado de confianza y si es buena persona os dirá que ni se os ocurra firmar nada. Si ya habéis firmado, sin embargo, y os han estafado como a tantos otros, no dudéis en actuar y en presentar una demanda judicial.
En fin, alejaos de esta gentuza como de la peste, y no caigáis en las redes de esta banda de delincuentes organizados. Es mi consejo.
Un saludo.
“Amo Halloween. La única época del año en que todos usan mascaras, no sólo yo. La gente cree que es divertido fingir ser un monstruo. Yo paso mi vida fingiendo que no lo soy. Hermano, amigo, novio. Todos parte de mi colección de disfraces. Algunos podrán decir que soy un fraude. Yo prefiero pensar que soy un maestro del disfraz.” (DEXTER MORGAN)