- Vie Ene 26, 2018 4:33 pm
#636020
Es una decisión difícil, todos lo sabemos. Además, no importa cuánto claree, si solo son entradas, profundas o disimuladas, si se trata de pérdida de densidad y fortaleza del pelo… Da igual, nosotros nos vemos mal, por muchos motivos -todos ellos sociales-, y eso es suficiente como para dar el paso.
Quería escribir en este foro alguna reflexión sobre el hecho de que los hombres se hagan un trasplante de pelo. Y allá voy.
Lo primero que pensé cuando me noté entradas y clareo en la coronilla fue si yo, hombre, podía someterme a una cirugía estética. No yo como yo, sino como hombre. Me acuerdo todavía cuando con 16 años quise depilarme el entrecejo porque, la verdad, parece que llevo ahí una manta de invierno, y no pude decírselo a mi madre por vergüenza. Nadie tenía las cejas tan pobladas como yo en el instituto y aunque nadie se reía directamente de mí, siempre había comentarios, más generales, de los que uno se sentía aludido. Una tontería de detalle, no lo cuento para señalar un caso de bullying. Qué va. Lo cuento para compartir esa vergüenza que, a veces, sentimos los hombres si confesamos preocuparnos de nuestro físico. La sociedad en la que vivimos parece que nos educa para ser los más fuertes, los que hagan los comentarios más burros y ser los líderes en dinero y sexo. Y a la hora de las emociones, sean con nosotros mismos o con el resto, resulta que tenemos unas barreras enormes. Pues lo que digo es muy claro: que se joda esa sociedad, no quiero vivir en ella.
La preocupación por la estética se impone al sexo opuesto, a las mujeres. Se las impone (y sí, digo imponer, porque pensad que el 99% lo cumple) tener que depilarse las piernas y la cara para que no haya restos de pelos por ahí. Y mucho menos que haya en las axilas, ¡qué asco por dios! Se las impone un leve toque de maquillaje, una raya disimulada y poco más. Se las impone, incluso, llevar el pelo de una determinada manera (pocas mujeres habrá con la cabeza rapada, porque eso no es algo de “chicas”). Y no quiero criticar estas cosas, son características de nuestra cultura y por ley nadie tiene que tener esa apariencia (por suerte). Así, cualquier mujer que lo haga, mientras sea consciente de por qué hacemos estas cosas, para mí lo hará con la misma libertad que la que no lo haga. Las modas o roles no son necesariamente malos. Son malos cuando hay diferencias de poder entre ellos (que creo que los hay) o cuando se imponen por ley.
Aunque no nos engañemos, la preocupación por lo estético también ha llegado para quedarse en los hombres. Quizá no con tanta naturalidad ni engorrosos quehaceres, pero siempre los hombres han tenido que afeitarse la barba para parecer más elegantes/limpios y peinarse bien para no ser un “cualquiera”. Quizá el boom real llegó con ese concepto llamado “metrosexualidad”, que venía a definir a ese hombre preocupado por su aspecto, usando incluso productos de belleza que hasta el momento eran solo para mujeres. En ese momento fue cuando quería depilarme el entrecejo. Justo ahí.
Tengo amigos que se depilan las piernas (algunos hasta con laser para que crezca menos), que se depilan las cejas, que se dan rayos UVA en verano, que van al gimnasio solo para parecer más delgados o fuertes, etc. Yo mismo me rebajo el vello corporal a veces (espalda, sobre todo, que no me gusta), y poco a poco está muy normalizado. Nadie se alarma si un hombre dice que se depila las piernas. Ningún otro hombre le dice: “Joder, tienes pelos ahí, asúmelo y punto”. Sin embargo, ¿qué escuchamos cuando nos vamos injertar pelo?: “Joder, no tienes pelos ahí, estás calvo, rápate y asúmelo. Y punto”. Bendita hipocresía, aunque creo que no es consciente.
A ese mismo hombre, cuando lo miro, le lanzo preguntas similares. Y le digo: asume que tu naturaleza programa tu barba para que se sea de unos 60cm siempre. Tu pelo, si lo tienes, para que crezca y crezca sin parar (quizá para atraer hembras, no lo sé). Asume que te has comprado esas botas, o ese abrigo, o esa camiseta no bajo criterios de comodidad/precio, sino porque entre la oferta que había, era el que mejor te quedaba según tu criterio estético. Asume que te cortas el pelo de una determinada manera porque así te ves más guapo. Y no pasa nada. Asume que si te echas colonia no es porque la naturaleza así te lo ordene, sino porque te gusta oler a otra cosa que no sea a ti. Y no pasa nada. Asúmete, con defectos y virtudes, pero asume también que quieras -porque lo haces- cambiar cosas que no te gustan de ti. Y no digo con esto que ahora todo el mundo deba injertarse, para nada. Primero porque no es una cosa de 20€. Y segundo porque puede haber hombres, por supuesto, que estén a gusto con su alopecia. Ni mejor ni peor que yo. Igual que la mujer que decide ponerse tacones para ir a trabajar y la que decide no ponérselos. Ni mejor ni peor. Ambas hacen lo que quieren. Y nosotros, hombres, también somos libres para injertarnos o no.
Sí voy a comprar un argumento: si la sociedad en la que vivimos aceptara, de verdad, el hecho de ser calvos, nadie tendría complejos. Nadie los tiene por ser rubio, y por eso no se tiñen de morenos. Si ser calvo fuera como ser rubio, en la sociedad, nadie se operaría. Pero la vida son 80/90 años, en el mejor de los casos, y no quiero esperar a que esta sociedad cambie. Puedo cambiar yo, y asumirme calvo y ser feliz. Por qué no. Es una opción. Pero también puedo operarme para vivir más feliz el resto de la vida, o hasta la siguiente caída de cabello. Es otra opción.
Con esta reflexión solo quiero dar ánimos a que salgamos ahí fuera y sin complejos decir: sí, me hecho un injerto de pelo. Y por cierto, ayer me compré esta camisa marrón que me encanta. ¿Tú qué opinas?
Quería escribir en este foro alguna reflexión sobre el hecho de que los hombres se hagan un trasplante de pelo. Y allá voy.
Lo primero que pensé cuando me noté entradas y clareo en la coronilla fue si yo, hombre, podía someterme a una cirugía estética. No yo como yo, sino como hombre. Me acuerdo todavía cuando con 16 años quise depilarme el entrecejo porque, la verdad, parece que llevo ahí una manta de invierno, y no pude decírselo a mi madre por vergüenza. Nadie tenía las cejas tan pobladas como yo en el instituto y aunque nadie se reía directamente de mí, siempre había comentarios, más generales, de los que uno se sentía aludido. Una tontería de detalle, no lo cuento para señalar un caso de bullying. Qué va. Lo cuento para compartir esa vergüenza que, a veces, sentimos los hombres si confesamos preocuparnos de nuestro físico. La sociedad en la que vivimos parece que nos educa para ser los más fuertes, los que hagan los comentarios más burros y ser los líderes en dinero y sexo. Y a la hora de las emociones, sean con nosotros mismos o con el resto, resulta que tenemos unas barreras enormes. Pues lo que digo es muy claro: que se joda esa sociedad, no quiero vivir en ella.
La preocupación por la estética se impone al sexo opuesto, a las mujeres. Se las impone (y sí, digo imponer, porque pensad que el 99% lo cumple) tener que depilarse las piernas y la cara para que no haya restos de pelos por ahí. Y mucho menos que haya en las axilas, ¡qué asco por dios! Se las impone un leve toque de maquillaje, una raya disimulada y poco más. Se las impone, incluso, llevar el pelo de una determinada manera (pocas mujeres habrá con la cabeza rapada, porque eso no es algo de “chicas”). Y no quiero criticar estas cosas, son características de nuestra cultura y por ley nadie tiene que tener esa apariencia (por suerte). Así, cualquier mujer que lo haga, mientras sea consciente de por qué hacemos estas cosas, para mí lo hará con la misma libertad que la que no lo haga. Las modas o roles no son necesariamente malos. Son malos cuando hay diferencias de poder entre ellos (que creo que los hay) o cuando se imponen por ley.
Aunque no nos engañemos, la preocupación por lo estético también ha llegado para quedarse en los hombres. Quizá no con tanta naturalidad ni engorrosos quehaceres, pero siempre los hombres han tenido que afeitarse la barba para parecer más elegantes/limpios y peinarse bien para no ser un “cualquiera”. Quizá el boom real llegó con ese concepto llamado “metrosexualidad”, que venía a definir a ese hombre preocupado por su aspecto, usando incluso productos de belleza que hasta el momento eran solo para mujeres. En ese momento fue cuando quería depilarme el entrecejo. Justo ahí.
Tengo amigos que se depilan las piernas (algunos hasta con laser para que crezca menos), que se depilan las cejas, que se dan rayos UVA en verano, que van al gimnasio solo para parecer más delgados o fuertes, etc. Yo mismo me rebajo el vello corporal a veces (espalda, sobre todo, que no me gusta), y poco a poco está muy normalizado. Nadie se alarma si un hombre dice que se depila las piernas. Ningún otro hombre le dice: “Joder, tienes pelos ahí, asúmelo y punto”. Sin embargo, ¿qué escuchamos cuando nos vamos injertar pelo?: “Joder, no tienes pelos ahí, estás calvo, rápate y asúmelo. Y punto”. Bendita hipocresía, aunque creo que no es consciente.
A ese mismo hombre, cuando lo miro, le lanzo preguntas similares. Y le digo: asume que tu naturaleza programa tu barba para que se sea de unos 60cm siempre. Tu pelo, si lo tienes, para que crezca y crezca sin parar (quizá para atraer hembras, no lo sé). Asume que te has comprado esas botas, o ese abrigo, o esa camiseta no bajo criterios de comodidad/precio, sino porque entre la oferta que había, era el que mejor te quedaba según tu criterio estético. Asume que te cortas el pelo de una determinada manera porque así te ves más guapo. Y no pasa nada. Asume que si te echas colonia no es porque la naturaleza así te lo ordene, sino porque te gusta oler a otra cosa que no sea a ti. Y no pasa nada. Asúmete, con defectos y virtudes, pero asume también que quieras -porque lo haces- cambiar cosas que no te gustan de ti. Y no digo con esto que ahora todo el mundo deba injertarse, para nada. Primero porque no es una cosa de 20€. Y segundo porque puede haber hombres, por supuesto, que estén a gusto con su alopecia. Ni mejor ni peor que yo. Igual que la mujer que decide ponerse tacones para ir a trabajar y la que decide no ponérselos. Ni mejor ni peor. Ambas hacen lo que quieren. Y nosotros, hombres, también somos libres para injertarnos o no.
Sí voy a comprar un argumento: si la sociedad en la que vivimos aceptara, de verdad, el hecho de ser calvos, nadie tendría complejos. Nadie los tiene por ser rubio, y por eso no se tiñen de morenos. Si ser calvo fuera como ser rubio, en la sociedad, nadie se operaría. Pero la vida son 80/90 años, en el mejor de los casos, y no quiero esperar a que esta sociedad cambie. Puedo cambiar yo, y asumirme calvo y ser feliz. Por qué no. Es una opción. Pero también puedo operarme para vivir más feliz el resto de la vida, o hasta la siguiente caída de cabello. Es otra opción.
Con esta reflexión solo quiero dar ánimos a que salgamos ahí fuera y sin complejos decir: sí, me hecho un injerto de pelo. Y por cierto, ayer me compré esta camisa marrón que me encanta. ¿Tú qué opinas?